
¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir pensando que la mujer está encerrada en una dicotomía imposible de conciliar? La que tiene belleza y luce sus encantos no tiene cabeza o viceversa, si tienes inteligencia (y/o eres feminista), tienes que ser discreta (o fea).
Me niego.
No deberíamos censurar la imagen física y asociarla a un determinado tipo de mujer.
Las mujeres capaces de recuperar sus atributos femeninos, no necesariamente travestidas de hombres para ser oídas, no somos un raro espécimen que avergüence al feminismo, sino el resultado de la evolución y la lucha, una vez superados los prejuicios sexistas.
Lejos quedan iconos como Marilyn Monroe o Brigitte Bardot tildadas de guapas y tontas en la década de los sesenta. (Ya quisieran algunos/as ser tan sumamente tontos).

En el pasado, la rara, la intelectual, debía ocultarse tras un pseudónimo, apariencia o vestimenta masculinas. (Recordemos a George Sand o a Margaret Thatcher).


Sé que algunas de mis amigas y compañeras han tenido y tienen que masculinizar su imagen (sobrios trajes de chaqueta y pantalón) para defender sus posturas en el mundo de los negocios y el marketing internacional, o en sentido opuesto, utilizar escote, tacones y un bonito rouge à lèvres para defender sus criterios en un entorno laboral mayoritariamente masculino.
Pues me niego.
Me niego a entender que la altura de mi falta determine la contundencia de mis razonamientos (sean o no feministas).
Me niego a que la “infelicidad mental” me estrese pensando en el modelito que toca, según la reunión de turno o el discurso que impere.
¿Los hombres lo hacen?
Hay una violencia real hacia la mujer para que no acepte su cuerpo y adapte su apariencia física, según el momento.
Yo visto cómo me gusta y me encanta seducir (a mi pareja, a mis amigos, a mis amigas, a mis sobrinos, a mis padres, a mi hermano, a mis alumnos, a mis alumnas, a mis profesores, a mis profesoras, a mis jefes, a mis jefas…)

Ojalá pudiese subirme a esas plataformas de infarto que luce nuestra “pin-up” más ilustre sin que me reventasen los pieses: los zapatos-sandalia con antifaz y súper plataformas, de Armand Bassi que llevaba Doña Leticia en Mallorca este verano.

Aunque yo soy más Pin-up francesa, de bailarinas planas.

Carla Bruni, monísima de la muerte
Seamos como seamos, vistamos como vistamos, lo importante es que se tenga en cuenta que las mujeres, en la actualidad, no necesitamos disfrazarnos de heroínas para serlo (aunque están tan monas...)
Cuando Willian Moulton Marston creó a Wonder Woman en 1941, como “un modelo de conducta feminista cuya misión era llevar a un mundo desgarrado por el odio del hombre los ideales de las amazonas de amor, paz e igualdad sexual”, estaba abriendo el camino de otras heroínas con fuerte personalidad como Djinn, un derroche de sensualidad dibujado por Ana Miralles (a quien tuve la suerte de conocer en un curso sobre erotismo en el cómic).

Djinn
Ganador del Gran Premio del XXVII Salón Internacional del Cómic de Barcelona.
Ser feminista no es ser guapa, ni fea, ni tener más ovarios o más cojones, ni vestir de una determinada forma o de otra. Ser feminista es estar conectada con todas las mujeres del planeta y luchar porque nuestros derechos no se vulneren.
http://www.youtube.com/watch?v=OqIRI5RD7os&feature=player_embedded#at=86
Ay! Si esto lo hubiese pensado Heidi…
http://www.youtube.com/watch?v=EoEeR53fxFs&feature=related
Vivan las Pin-up!!!!!
http://www.youtube.com/watch?v=iqRJv4tTkkY&feature=player_embedded#at=12